En la mayoría de los casos, los pacientes que padecen leucemia linfocítica crónica pueden convivir durante años con la enfermedad sin manifestar síntomas.
Además, los síntomas de la leucemia linfocítica crónica pueden confundirse con otras enfermedades propias del envejecimiento como la hipertensión arterial, la artrosis, la diabetes, la bronquitis o enfermedades del aparato digestivo, por lo que relacionar los síntomas con la leucemia linfocítica crónica puede ser complicado.
Cuando aparecen los síntomas, en los inicios de la enfermedad, suelen darse de forma sutil y tienden a ser progresivos.
Algunos síntomas y manifestaciones característicos de la leucemia linfocítica crónica son:
Se manifiesta con cansancio, sensación de debilidad o de agotamiento general. Este síntoma puede imposibilitar la realización de actividades cotidianas, haciendo que el día a día del paciente sea más difícil.
En la zona de los ganglios linfáticos (cuello, axilas, ingles) por la acumulación de linfocitos B tumorales, que pueden alcanzar tamaños de hasta 10 cm de diámetro. Generalmente, es indolora.
Los pacientes pueden perder peso, aunque esto no tiene por qué deberse a la falta de apetito.
Los pacientes con leucemia linfocítica crónica pueden experimentar fiebre recurrente sin motivo aparente, es decir, sin que exista una infección que la justifique.
También dificultad para moverse y respirar debido al aumento de tamaño del bazo (esplenomegalia) o del hígado (hepatomegalia).
El paciente puede experimentar este síntoma de manera excesiva, y puede repetirse diariamente.
La proliferación y acumulación de glóbulos blancos anormales (linfocitosis) acaba desplazando al resto de células sanguíneas en la médula ósea y en la sangre y afecta a su producción, lo que: