De las consecuencias de la COVID-19 subsiste una imagen negativa de las personas mayores como el colectivo más frágil y que más ha padecido los efectos de la pandemia. Es cierto que este grupo de edad ha sufrido un porcentaje de fallecimientos muy superior a cualquier otro grupo, pero una encuesta del CIS ha desmentido la supuesta fragilidad de los ancianos, demostrando que, en lo referente a salud mental, los mayores han sido los más resistentes de toda la población española.
Una cuarta parte de los adultos mayores viven solos en su hogar, y sin embargo declaran haberse sentido aislados durante los meses más duros de la pandemia en una proporción mucho menor que cualquier otro grupo de edad. Lo mismo sucede con el miedo al aislamiento y la soledad. La encuesta del CIS recoge también entre los mayores los índices más bajos del miedo a contagiarse o morir. Y ello teniendo en cuenta que, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 la mortalidad total aumentó de media en España un 17,9% respecto a 2019 (debido básicamente a la COVID-19), mientras que en el grupo de edad de 70 a 79 años el incremento fue del 20,5%, y en el de 80 años en adelante del 19,5%. Las enfermedades infecciosas (incluida la COVID-19) fueron la segunda causa de muerte entre los mayores de 79 años, con un incremento del 1.368,3% respecto al año anterior. A pesar de ello, los mayores presentan en la encuesta los índices más bajos en los indicadores de haberse sentido deprimidos durante la pandemia, no haber controlado sus preocupaciones o haber perdido el interés en hacer cosas.
El estudio fue realizado por el CIS en 2021 sobre una muestra de 3.083 personas, de ellas 958 mayores de sesenta y cinco años. Entre los datos objetivos de los encuestados hay que destacar que solo el 7% de los mayores había enfermado de coronavirus, mientras la media de la población fue del 9%; sin embargo, entre los mayores que enfermaron, la hospitalización alcanzó un índice del 20%, mucho más alto que la media (5%), lo que arroja luz sobre la situación de riesgo vivida por este colectivo.
Respecto a los indicadores de problemas físicos sobrevenidos durante la pandemia (dolores de estómago, espalda, torácicos, mareos o desmayos, palpitaciones, estreñimiento o diarrea, náuseas, gases o indigestión), los mayores reportan índices más bajos que cualquier otro grupo de edad, con la única excepción del dolor de articulaciones, que es algo lamentablemente connatural a la tercera edad en cualquier circunstancia.
Con carácter general, la pandemia de la COVID-19 ha originado entre la población una serie de actitudes y emociones negativas (como ansiedad, tristeza, preocupación, agobio, nerviosismo e irritabilidad, así como sensación de soledad y temor respecto al futuro), que se han manifestado en mayor o menor grado en todas las personas. En la encuesta del CIS, el conjunto de la población ha alcanzado una media de dos puntos (sobre cuatro) en la incidencia de estas emociones negativas, mientras que el grupo de mayores se ha situado por debajo de la media y ha obtenido puntuaciones mínimas en todos los indicadores. Significativamente, los grupos más afectados por estas emociones negativas son los menores de 24 años y los de 25 a 44.
También son los jóvenes (de 25 a 34 años) quienes presentan los índices más altos en las secuelas poco tangibles de la pandemia, como problemas de sueño o cansancio y sensación de no disponer de suficiente energía. En resumen, la encuesta del CIS ofrece un retrato muy positivo de la resistencia psicológica de las personas mayores frente a la terrible crisis de la COVID-19, que contradice la imagen de vulnerabilidad de este sector de población. Por término medio, los mayores han demostrado una gran fortaleza para sobrevenir momentos o tiempos difíciles, tanto durante los peores momentos de la pandemia como en lo que podría ser su deseable final.
Artículo confeccionado con datos de la “Encuesta sobre la salud mental de los/as españoles/as durante la pandemia de la COVID-19” (CIS- 2021).