¿Cómo detectar la depresión en el trabajo?

¿Cómo detectar la depresión en el trabajo?

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Todos los agentes sociales desempeñan un rol importante en la detección y cura de la depresión laboral, según datos de la Fundación Empleo y Salud Mental.
¿Cómo detectar la depresión en el trabajo?

La depresión es la primera causa de incapacidad según la OMS Según la Fundación Empleo y Salud Mental, la depresión laboral puede presentar los siguientes síntomas:

  • Insomnio
  • Falta de energía
  • Impuntualidad
  • Problemas de concentración y memoria, indecisión, ralentización mental y mala gestión del tiempo
  • Aislamiento, irritabilidad, problemas de comunicación y falta de interés que pueden llevar al conflicto
  • Torpeza
  • Descuido de la higiene
  • Alteración de los hábitos alimenticios

Además, el miedo a la discriminación y a las consecuencias sobre su futuro laboral, llevan en ocasiones al trabajador con depresión a mantener silencio.

Por ejemplo, de acuerdo con una encuesta realizada en 2008 por la World Federation for Mental Health, menos de la mitad de los trabajadores canadienses contarían a sus colegas que padecen una enfermedad mental, frente al 70 % que comunicarían un diagnóstico de diabetes y un 72% que compartirían uno de cáncer.

Además, habitualmente el empleado con depresión comienza a perder el rol que desempeñaba en su trabajo, que es asumido por otros, lo que acrecienta su sentimiento de culpa, la sensación de pérdida y su falta de autoestima.

Cómo abordar la depresión en el espacio laboral

Hasta el momento, las estrategias para abordar la depresión en el espacio laboral se han centrado en la mejora de los síntomas para minimizar sus efectos sobre la productividad.

Sin embargo, la variedad de síntomas y las características individuales de cada paciente hacen necesario un tratamiento adicional.

De acuerdo con la Fundación Empleo y Salud Mental, todos los agentes sociales desempeñan un papel crucial en la detección y cura de la depresión:

  • Equipo: pueden detectar un cambio de actitud (mayor aislamiento, bajada de rendimiento, conflictividad…). En lugar de culpar, convirtiendo el trabajo en una zona hostil y poco segura, deben hablar con la persona y facilitar que se exprese, sin minimizar ni juzgar la situación, apoyando la búsqueda de ayuda profesional.
  • Familia: deben conocer los derechos y apoyo legal asociados a su rol como cuidadores para no perder su trabajo en el desempeño de sus funciones. A la vez, necesitan libertad para hablar a sus compañeros de la situación y exigir a la organización políticas de conciliación.
  • Organización (empleadores): a menudo perciben los casos de depresión como un coste económico en lugar de como una enfermedad de carácter pandémico. Su rol debe centrarse en educar a la compañía e invertir recursos en prevención y detección5 que dirijan hacia la:
    • Concienciación: poner en marcha programas de sensibilización para alejar el tabú de las enfermedades mentales y entrenar a los trabajadores en la prevención y detección de la depresión.
    • Seguridad: promover la comunicación entre los empleados para evitar el temor a hablar de su caso.
    • Accesibilidad: informar de que existen planes de salud mental integrados en el programa de prevención de riesgos laborales y de cómo pueden acceder a ellos. Es importante incluir información sobre salud mental, herramientas de gestión y direcciones útiles en las herramientas de comunicación interna de la empresa.
    • Asistencia: recordar de forma periódica la disponibilidad de estos recursos y programas, y lanzar mensajes en momentos de estrés laboral, alta demanda o situaciones disruptivas.

También resulta necesario que los empleadores garanticen la confidencialidad, de tal forma que el paciente pueda contar lo que le sucede sin temor a ver vulnerada su privacidad y evitando que se pueda sentir juzgado por sus compañeros.

Además, es conveniente que las empresas cuenten con profesionales de Atención Primaria que validen los protocolos y herramientas.

El objetivo final es que el entorno laboral se convierta en un espacio seguro, donde se pueda garantizar la detección temprana y, con ello, el acceso al tratamiento y a una recuperación más rápida que beneficie tanto al paciente como a la organización.

Referencias

Tor K. Larsen et al., “First-Episode Schizophrenia: I. Early Course Parameters”. Schizophrenia Bulletin 22, n.º 2 (1996): 241-256. (Último acceso: diciembre de 2021).
Maria Skokou et al., “Sintomatología de las fases activa y prodrómica de la esquizofrenia paranoide de inicio en el joven y de inicio tardío”, Revista de Psiquiatría y Salud Mental 5, n.º 3 (2012): 150-159. (Último acceso: diciembre de 2021).
Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre la Esquizofrenia y el Trastorno Psicótico Incipiente, Guía de Práctica Clínica sobre la Esquizofrenia y el Trastorno Psicótico Incipiente (Madrid: Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Consumo. Agència d’Avaluació de Tecnologia i Recerca Mèdiques, 2009). (Último acceso: diciembre de 2021).
Benedicto Crespo Facorro et al., Guía de psicoeducación para las familias diagnosticadas de psicosis. Gobierno de Cantabria, Consejería de Sanidad. Dirección General de Ordenación Inspección y Atención Sanitaria (2008). (Último acceso: diciembre de 2021).